Fuego extraño
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2: 11-12)
Al examinar la historia de la humanidad en su aspecto espiritual podemos concluir que muchas cosas se han hecho en el nombre del Señor que Él no hubiera jamás apoyado.Desde el Antiguo Testamento leemos como Nadab y Abiú hijos de Aarón ofrecieron delante del Señor fuego extraño que Él nunca les mandó.
También hubo profetas que hablaron falsamente lo que no se les había dicho.
Así mismo, El Señor advirtió que más que sacrificios y ofrendas, demandaba obediencia a su palabra y misericordia de parte de su pueblo.
Más adelante, en el Nuevo Testamento, Jesús les advirtió a los religiosos de la época: “Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23)
Las acciones de estos religiosos eran dirigidas a Dios, pero no de la manera como El Señor pedía, pues estos hombres en realidad no tenían corazones realmente transformados ni un anhelo sincero de honrar al Señor, sino simplemente apariencia externa con la que se creían más espirituales que los demás. Los mercaderes y los cambistas del templo cometían fraude en sus transacciones: utilizaban el sistema ritual de sacrificios como medio de ganancia financiera.
¿Cuántas cosas estaremos haciendo hoy en día en el nombre del Señor, pero que en realidad le desagradan?
Vanas repeticiones, idolatrías, sacrificios que ya no se requieren, apariencia de piedad, ofrendas que vienen como resultado de delitos, religiosidad sin amor, diversas formas de espiritualidad que no reconocen a Jesús como el centro de nuestra adoración.
Atrocidades, holocaustos, matanzas, venganzas hechas en nombre de Dios, creyendo que de esta manera se le satisface.
Las Cruzadas, la Inquisición, los exterminios de nativos americanos, la esclavitud en el siglo XX.
Injusticias de toda clase, inmoralidades y obras de la carne disfrazadas de espiritualidad.
Incluso dentro de los mismos templos es posible que Dios se desagrade de muchas de las cosas que se hacen en su nombre pero que tan solo satisfacen emociones sin llegar a la esencia de una transformación espiritual.
La proclamación de un evangelio diluido que no llama al arrepentimiento, sino que solo intenta satisfacer los oídos de quienes se reúnen para escuchar algo que les satisfaga.
El cobro por la predicación de la palabra o por alabar a Dios, colocando tarifas de acuerdo a la fama del predicador o del cantante del momento.
¿Cuántas cosas estaremos haciendo en el nombre del Señor que en realidad El aborrece?
En Isaías 29:13 El Señor advierte: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”
¡Una boca que alaba, pero un corazón apartado de Dios!
¿Se complacerá Dios con todo esto? Por supuesto que no, por el contrario, Él lo condena y nos llama a tener una verdadera y genuina adoración y a vivir una vida de testimonio que le glorifique en todo momento. Por eso es importante que en este día revises la manera en que estás intentando honrar al Señor. ¿Estarás también ofreciendo algún fuego extraño que a Él le desagrada?
¡Medita bien en tus caminos para que esa honra que diriges al Señor no sea en vano, ni tu corazón esté apartado del Dios vivo!
Bendiciones:
P. Harold Caicedo